El blog de Ana Gil

Hace un tiempo que en uno de mis talleres de Ilustración con niños, pregunté¿Qué es un
complejo?’.          Eran todavía un poco pequeños y ninguno me supo contestar, solamente se miraban
unos a otros                  (con la mascarilla poco más podían hacer)

 

Parecía una metáfora pero la palabra complejo, era literalmente compleja para ellos. Lo intenté
traducir a su idioma contándoles que ‘es algo que no nos gusta de nosotros’.
Los complejos están instaurados en nuestro subconsciente de una manera casi automática desde el
primer momento en que nacemos, con creencias, estereotipos, dependiendo de la cultura, la famosa
moral y mil etcéteras.

La sociedad corre tanto que perdemos incluso la noción del tiempo.
Si de algo me he dado cuenta es de que es muy difícil estar presente y que la sociedad se encarga de
alejarnos poco a poco del concepto de la aceptación.

 

Se nos enseña a querer al que tenemos a nuestro lado, pero se les ha olvidado que aprendamos a
amarnos a nosotros mismos. Nos pasamos la vida comparándonos con absolutamente todo,
intentando ser algo o alguien que no somos, siguiendo los cánones actuales y finalmente
terminando engañándonos (de manera inconsciente) por no querer o no poder aceptar nuestra
realidad.

 

¿A quién tienes que dar la talla? pregúntate internamente.
En esta sociedad en la que se juzga prácticamente todo, aceptarse resulta todo un reto. Incluso
cuando hablamos a nivel físico.
¿Acaso conocemos la circunstancia o la experiencia de esa persona para criticar cualquier rasgo
físico del que tenemos al lado?

Está en nuestra mano, desde bien pequeños aprender a aceptarnos en el momento que nos
encontramos (por ejemplo la adolescencia), a aceptar nuestros cambios que nos llevarán al ser que
seremos en un futuro.

Ese ‘defecto‘ debería ser tu gran virtud.

 

 

Aprender a amar el momento en el que nos encontramos es fundamental. Normalizar cualquier
aspecto físico tanto de nosotros mismos como de los demás. Aceptarnos y aceptar. No hay nadie
con quien vayas a pasar más tiempo a lo largo de tu vida que contigo mismo. Trabajar en el amor
propio (desde una perspectiva sana, no egoísta) en nuestro propósito de vida, en quién queremos
ser, hacia dónde nos dirigimos.

Preguntarnos cuáles son nuestros valores como personas.
Sentí la necesidad de generar un sentimiento de empatía absoluta hacia las personas que sufren
desde comentarios y juicios acerca de su imagen corporal pasando por las personas que han
recibido bullying (acoso escolar) de algún tipo. Para poner conciencia sobre nuestros actos y
palabras y saber que tienen una consecuencia directa en la persona que los recibe. Pudiendo afectar
al autoestima de la persona y generar traumas en la edad adulta que le acompañarán durante toda
su vida.

 

 

En Ilustrejos se trata tanto el complejo de ‘quedarse calvo’, ‘tener las orejas grandes’ o
cuestionarnos si tenemos que depilarnos o no y más. Normalizando y haciendo reflexionar acerca de
cada uno de ellos, pero sobre todo sacando lo positivo hasta el peor de tus complejos.

Cambiando los conceptos y haciendo entender que ese ‘defecto’ puede ser una gran virtud. Ese rasgo es el que
te hace ser totalmente único, ¡hace que seas tú!. Forma parte de ti, de tu naturaleza y por eso ya
tiene belleza y un valor.
Empecemos a querernos, no podemos querer a nadie si no nos queremos a nosotros mismos. Por lo
tanto ¡Quiérete! y valórate.

Ilustrejos es un libro de amor propio, de valores, libre de estereotipos y libre de juicios. Su público es
amplio pues es tanto para niños como para adultos, en él se representan escenas con las que todos
hemos vivido.

Las ilustraciones están hechas con verdadero mimo y adaptadas para transmitir el
mensaje de una manera interpretativa de cada uno pero positiva. Además ofrece ejercicios y
espacios donde se puede dibujar.

¿A qué esperas para empezar el viaje hacia el amor propio?
¡Aprendamos a aceptarnos y a aceptar! Dile sí a cada lugar de tu cuerpo, ¡Más amor!

 

 

Un abrazo fuerte,
Ana Gil

 

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