1. En Amar, arder y repetir se habla de errores, vértigos emocionales y verdades incómodas. ¿Cuáles de estos elementos consideras que fueron más difíciles de plasmar, y cuál crees que es el más necesario para las lectoras de hoy?
Sin duda, las verdades incómodas. Porque implican mirar de frente a lo que no queremos reconocer de nosotras mismas: que a veces nos quedamos donde nos duele, que repetimos patrones que sabemos que nos hacen daño, o que no siempre estamos listas para soltar lo que nos quema. Creo que para las lectoras de hoy es fundamental encontrar historias que no endulcen las emociones, sino que las muestren tal y como son: imperfectas, contradictorias y llenas de matices.
2. Lía no es una protagonista convencional. Es emocionalmente intensa, contradictoria y profundamente humana. ¿Qué te motivó a construir un personaje con tantas capas, y qué quisiste explorar a través de su forma de sentir, alejarse y arder?
Me atraía la idea de una mujer que no busca ser agradable ni perfecta. Lía no es la heroína que lo tiene todo claro ni la que siempre toma las decisiones correctas; es alguien que vive con intensidad, que siente sin filtros y que, a veces, huye para poder seguir de pie. A través de ella quería explorar cómo convivimos con nuestras heridas, cómo aprendemos —o no— de ellas, y cómo incluso en las decisiones que parecen errores hay un intento de protegernos.
3. ¿Qué partes de Lía te resultaron más difíciles de escribir o comprender? ¿Hubo algo de ella que te sorprendió mientras la ibas construyendo?
Lo más difícil fue aceptar que Lía no siempre iba a reaccionar como las lectoras podrían esperar. Desde el principio tuve claro que ella no era una protagonista que actuara “de forma lógica”. Pero, aun así, tampoco quería que fuera alguien que incomodara del todo.
Mientras la construía, entendí —o quizá recordé— que en el amor la lógica de unos y otros rara vez coincide. Y eso, en sí mismo, suele incomodar. Como ella.
Al final me sorprendió descubrir que sus contradicciones eran, en realidad, lo que la hacía más auténtica. Que podía ser fuerte y frágil en la misma frase, y que eso no la debilitaba, sino que la volvía real.
4. El título de la obra no solo es hermoso y poético, también es una declaración de intenciones. ¿Qué representa para ti “repetir”? ¿Es resignación, aprendizaje, supervivencia… o todas a la vez?
Es todas a la vez. Repetir puede ser un acto de resignación, de caer en lo mismo una y otra vez. Pero también puede ser una forma de aprender: repetir para hacerlo mejor, para entender qué nos llevó hasta ahí. Y en muchos casos es supervivencia: aferrarse a lo conocido, aunque no sea lo ideal, porque lo desconocido da miedo. En la novela, repetir es casi un personaje más: está en las relaciones, en los pensamientos y en los silencios.
5. Las amistades en la historia también parecen jugar un rol fundamental. ¿Qué papel crees que tienen las relaciones no románticas en el proceso de reconstrucción emocional de una persona como Lía?
La amistad es un sostén silencioso. En la reconstrucción emocional, el amor romántico puede encender fuegos, pero son las amistades las que apagan incendios. En el caso de Lía, sus amistades le recuerdan quién es cuando ella misma se pierde de vista. No necesitan grandes gestos; a veces basta con estar, con escuchar, con acompañar sin juzgar.
Para mí, la amistad es algo muy importante. En estos últimos años, en los que la maternidad a veces “anula” tu yo, han sido ellas, mis amigas, las que me han recordado que sigo siendo yo: en otro ritmo, en otra vida… pero yo.
La amistad es la certeza de que, pase lo que pase, siempre habrá alguien que me recuerde quién soy.
6. El romance es un género tan amplio como profundo. ¿Qué es lo que más te atrae de escribir historias de amor? ¿Qué crees que permite contar el amor que no permiten otros géneros?
El romance permite hablar de todas las capas de la experiencia humana a través de un prisma íntimo. El amor, en cualquiera de sus formas, nos expone: nos muestra vulnerables, nos enfrenta a nuestros miedos, nos obliga a elegir. Escribir romance me permite explorar esas grietas, esos momentos en los que dejamos caer la armadura y mostramos lo que somos, aunque sea solo por un instante.
7. Hay ciertos elementos que los lectores de romance esperan, y otros que buscan que se rompan. ¿Hay algún cliché romántico que te encante y alguno que prefieras evitar a toda costa?
Me encanta el cliché del reencuentro: dos personas que tienen un pasado en común y se cruzan de nuevo, con todo lo que han cambiado y todo lo que sigue igual. Tiene algo de magia y de destino que me resulta irresistible. El que prefiero evitar es el de la “media naranja” como única solución a la felicidad. No creo en la idea de que estemos incompletos sin otra persona; creo en amores que suman, no que completan.
8. Para ti la literatura es una herramienta de memoria, transformación y arraigo. ¿Cómo crees que Amar, arder y repetir cumple esa función, tanto para ti como para tus lectoras?
Para mí ha sido una forma de dejar constancia de ciertos momentos vitales, de mapas emocionales que no quería olvidar, aunque dolieran. Escribirla me transformó porque me obligó a mirar de frente emociones que quizá habría preferido esquivar.
La idea de Lía, sin embargo, no nació solo de mí: surgió casi como una broma entre amigas, recordando lo “desastres” que hemos sido todas, en algún momento, en nuestras vidas amorosas. Entre esos recuerdos y vivencias compartidas, Lía empezó a tomar forma.
Para las lectoras, espero que sea un espejo y un refugio: que encuentren en ella algo de sí mismas y que se lleven la sensación de que incluso de los incendios más intensos pueden nacer lugares nuevos.