“Invierno en el hueco de un árbol” es el primer cuento infantil de Carol Rodríguez y nos gustaría poder daros a conocer, un poquito más a fondo, qué hay detrás de cada obra Gusanillo.
Carol, sabemos que escribes mucho pero no siempre para público infantil. ¿Qué es lo que más sueles escribir? ¿Por qué decidiste aventurarte al infantil?
Lo que más escribo es fantasía, terror y ciencia ficción en su vertiente adulta, porque también son los géneros que más me gusta leer. He publicado cuentos de terror en distintos medios y pronto van a ir saliendo novelas de los otros dos géneros en las que llevo mucho tiempo trabajando.
Decidí aventurarme en la literatura infantil a raíz de ser madre. Me encanta comprarle cuentos a mi hijo y leérselos, y un día se me empezó a ocurrir un cuento de mi cosecha que poder contarle. Así surgió “Invierno en el hueco de un árbol”. Más tarde decidí lanzarme a publicarlo y convertirlo en algo tangible que él pueda conservar como un recuerdo bonito, pero que también pudiera llegar a otros niños (o no tan niños).
El proceso de edición de Carol realmente ha sido sencillo y muy llevadero pese a que era la primera vez que publicaba un cuento con Gusanillo. ¿Cómo has vivido cada etapa del proceso de edición?
Fue muy emocionante ver cómo iba avanzando cada etapa. Cuando llegaba un mail con los avances de corrección, ilustración y maquetación me daba un vuelco de alegría y me ponía a ver las ilustraciones una y otra vez. Ha sido un proceso muy bonito ver cómo se iba haciendo realidad.
Para mí también ha sido muy sencillo trabajar con vosotros, es como si me hubieráis leído la mente con todo lo que imaginaba para el cuento.
Para nosotros también es importante hacer grupo y que los autores Gusanillo se conozcan. Tuvimos el placer de tenerte con nosotros en el I Encuentro de Autores Gusanillo. ¿Cómo lo viviste? ¿Habías tenido contacto con otros autores anteriormente? ¿Crees que es importante relacionarte con otros escritores para crecer como autora?
Lo viví con mucha ilusión. Poder desvirtualizaros a vosotros y a otros autores era algo que tenía muchas ganas de hacer y, además, fue una experiencia muy divertida.
Ya había tenido contacto anteriormente con otras autoras de la editorial. De hecho, os conocí a través de Henar Valor, que también tiene un cuento publicado con vosotros (“Elia”) y es amiga mía desde hace muchos años.
Gracias a ella conocía también de antes a la ilustradora de su cuento, Cristina Vaello.
Creo que conocer a otros autores es algo muy enriquecedor. Escribir, por lo general, es un proceso muy solitario. Hasta que los manuscritos pasan a la fase beta, estás sola (o, al menos en mi caso, prefiero hacerlo así). Así que es genial poder conocer a personas que hacen lo mismo y se ven en las mismas tesituras que una misma. Todos tenemos las mismas ganas y las mismas ilusiones, e intercambiar impresiones recarga mucho las pilas.
En el cuento se trabajan valores tan importantes como la colaboración y la empatía. ¿Crees que son valores y actitudes que debemos reforzar actualmente desde pequeños?
Por supuesto. Como dice el refrán, “desde pequeñito crece el arbolito”, así que creo que es súper importante introducir buenos valores en los niños desde el principio.
Los peques son lienzos en blanco y los adultos vamos a ser su ejemplo absoluto, así que hay que trabajar mucho, aunque a veces no sea fácil, para reforzar ese tipo de valores positivos y que ellos mismos sean en un futuro adultos solidarios y empáticos.
También creo que es importante vigilar el entorno de los niños, para que los buenos valores no se queden por el camino a la primera de cambio.
El cuento lo ha ilustrado Carmen Rodríguez, una de nuestras ilustradoras de cantera que más proyectos nos han ilustrado y es que su talento no es para menos. ¿Cómo fue elegir por primera vez entre las opciones a los miembros de la familia Ratón?
Antes de nada, debo decir que trabajar con Carmen ha sido maravilloso, y que espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en el futuro. Es una persona con muchísimo talento, que con unas pocas descripciones sacó adelante todas las ilustraciones con una cantidad de detalles que no aparecían ni en el mejor de mis sueños.
En los primeros bocetos que vi de la familia Ratón había dos modelos y lo tuve bastante claro a la hora de elegir. Me enamoré a primera vista de una de las opciones. Dije “son ellos”. Sin dudas, sin retoques. Eran exactamente como los había imaginado, y fue un momento muy especial verlos por fin cobrando vida a todo color.
Entre los eventos que has tenido ya has podido vivir la experiencia de una primera presentación, pero no todo se quedará ahí. De hecho, tienes por delante grandes ferias y firmas. ¿Ya te sientes autora cuando estás dedicando libros o aún no?
Sigue siendo una sensación extraña, para qué voy a mentir. Antes de publicar con Gusanillo había firmado algún libro a la familia y poco más, pero estar en un evento grande, en una librería o en las ferias que están por venir (y ante personas desconocidas), es algo muy distinto.
No deja de ser raro eso de ponerme a firmar algo que he escrito yo, algo que la gente quiere comprar y que, además, gusta.
Padezco mucho del síndrome de la impostora y tuve que luchar mucho conmigo misma hace unos años para permitir que alguien más leyera las cosas que escribía, así que las firmas son un momento un poco surrealista, porque todavía me cuesta creer que quien está firmando soy yo.
Pero también es lo más gratificante de todo. Ver cómo esas personas confían en mi trabajo, quieren leerlo, compartirlo y llevárselo firmado genera una sensación de bienestar indescriptible.